No puedo contar las veces que he escuchado: «Solo serán 5 minutos, vamos cerca». Esta respuesta suele venir después de mi cuestionamiento sobre la silla de coche. Es incomprensible e inquietante cómo algunos padres pueden subestimar la seguridad de sus hijos.

Algunos podrían pensar que tengo un exceso de precaución, o quizá confían en que el destino les protegerá contra cualquier conductor distraído o un imprevisto en el camino. Sin embargo, la realidad es que los accidentes ocurren, y llegan sin previo aviso.

Recuerdo claramente el 16 de enero de 2010. Habíamos salido del supermercado y nos dirigíamos a casa. Mi hijo mayor, con apenas 27 meses de edad, estaba sentado en su silla Römer (que nos habían vendido como lo mejor del mercado), mirando hacia adelante, emocionado con un chupa-chups que acababan de darle. Yo, embarazada de 16 semanas de mi segundo hijo, conducía.

Apenas estábamos a 30 metros de nuestra casa cuando, de repente, un coche apareció y nos golpeó en el lateral. Un conductor mayor se había saltado un stop. Aunque el impacto me resulta borroso, lo que sigue permanece cristalino en mi mente: bajé del coche, temblando, y corrí para asegurarme de que mi hijo estuviera bien. Afortunadamente, el impacto lateral había sido más indulgente con nosotros; de haber sido un choque frontal, las consecuencias podrían haber sido catastróficas, viendo como quedó el otro coche.

Si bien mi hijo solo estaba preocupado por su chupa-chups que había salido volando y no lo encontraba, yo no salí ilesa. Sufriendo un latigazo cervical y un dolor insoportable en el abdomen, no pude medicarme debido al embarazo. A partir de ese día, las contracciones comenzaron, acompañadas del temor constante de un parto prematuro.

Poco después de este incidente, empecé a investigar sobre las sillas de coche a contramarcha. Ahora, estoy totalmente convencida de su importancia y promuevo la campaña #niunpequemasenpeligro, que busca concienciar sobre la seguridad de los niños en el automóvil promoviendo que viajen a contra marcha por lo menos hasta los 4 años.

Me gustaría compartir unas palabras del blog «Una mamá de otro planeta» que resalta la gravedad del asunto:

«Las leyes de la física no van a esquivar a tu hijo porque tú las desconozcas. Si tienes un choque a 50 km/h, no hace falta más, sólo 50 míseros km/h que alcanzas, con toda probabilidad, CADA VEZ que coges el coche para esas seis manzanas que te separan de la guarde o del Carrefour, el cuello de tu hijo se puede romper.»

«Te lo repetiré: con un choque a sólo 50 km/h, tu hijo puede morir, puede quedar paralítico, puede sufrir lesiones cerebrales severas

«Ni un peque más en peligro, por favor. ¡Que no sea el tuyo el siguiente!»

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