Desmintiendo mitos de la cultura alemana

Hoy te traigo un post que tenía muchas ganas de hacer, pero siempre lo iba dejando, así que de hoy no pasa.

Antes de seguir, quiero pedirte que pares un momento y pienses en algunos adjetivos con los que describir a los alemanes y su cultura.

Seguro que en tu lista hay alguno como: puntuales, ordenados, eficientes, educados, cerrados, honrados… ¿Verdad? Pues déjame decirte que esa creencia está muy extendida y no es del todo cierta.

Algo que a mí me fastidia mucho es la gente impuntual, no la soporto, me da la sensación de que no les importa mi tiempo. Y mi tiempo, para mí que tengo más bien poco, es muy valioso como para perderlo así tontamente. Pues créeme que todavía no he topado con un alemán puntual en cuatro años que llevo en Alemania.

¡Da igual que sea un amigo, el técnico de la caldera, el médico o la maestra de alguno de los niños, siempre me toca esperar! Y no un ratito, no, lo más que he esperado han sido 3 horas, ¡sí, 3 horas! En la consulta del médico.

Una cosa es que vayas a urgencias y haya cola, pero otra es que tengas la visita programada. Puede pasar que te llamen 10 o 15 minutos tarde, en España también ocurre, pero ¿tres horas? ¡Ah! Pero luego no llegues tu tarde, que encima de que no te atienden, has de pagar la consulta.

Con el técnico del gas, el deshollinador o cualquiera que tenga que venir a casa, lo mismo, siempre llegan tarde. Por no decir la maestra del segundo, que cada vez que me llama a una entrevista he de esperarla un buen rato porque está acabando otras cosas. Aunque a eso creo que ya le he puesto remedio, la última vez me llevé a los dos pequeños (a pesar de que el gran jefe estaba en casa) para que se diese cuenta de que ando muy atareada y que además los niños no entienden de esperas, porque se disculpó mucho cuando vio el percal que tenía liado con una llorando de sueño y el otro de aburrimiento.

Lo dicho, que la puntualidad es un mito muy extendido, qué no es tan cierto porque dudo que todos los alemanes impuntuales estén en mi zona.

Otro aspecto que flaquea un poco en Alemania es la organización. Si es cierto que esto lo llevan mejor que la puntualidad, pero tampoco son tan organizados como creemos.

No sé el motivo por el que se empeñan en seguir haciendo todos los trámites y gestiones (que no son pocos) en papel, en lugar de informatizar todo para que sea más rápido y sin riesgo a que se pierda.

En estos años me ha pasado varias veces de enviar documentos y que «nunca lleguen», bueno, eso es lo que me han dicho a mí siempre, que no han llegado, cuando yo tengo el resguardo de la entrega firmado. O sea, que además mentirosos y orgullosos por no querer reconocer que lo han perdido…

Dos veces me ha ocurrido de ir un viernes a la revisión médica de alguno de los niños y que al llegar, después de 50 minutos de camino, me digan que la doctora no está, qué como solo tenía un par de citas las anuló. Mmmm… a mí no me ha llamado nadie… ¡Ah! ¡No! Que no llamaron, enviaron una postal (sí, aquí todavía se envían postales por correo ordinario) con la cancelación.

La primera vez vale, pero la segunda… menudo pollo le monté, y mientras decidían si al menos le ponían la vacuna a la niña, me llamó mi marido diciendo que acababa de llegar la postal con el sello del día anterior. Se lo dije y otra vez, con mentiras, me quiso hacer creer que la culpa era de correos, que ellos las habían llevado hacía una semana.

Y eso de que programan todo con mucha antelación es otro cuento, excepto las colonias de fin de curso de primaria, que el mayor las tiene programadas desde primero para ir al año que viene en cuarto, el resto de eventos te los comunican de repente.

Montones de veces llegan los niños del cole con un papel de que al día siguiente han de llevar algo para un piscolabis porque celebran algo, hay que llevar algún material o pagar alguna actividad. Y claro, te pilla que no tienes ninguna bolsa de patatas o galletas para que se lleven y has de ir al supermercado o correr a la tienda a por el material antes de que cierren a las seis de la tarde, o salir a sacar dinero del cajero y fastidia un poco.

Y por finalizar, también se tiene la idea de que son muy limpios hasta que llegas a Alemania. A ver, el tema del reciclaje si lo tienen muy interiorizado y se recicla todo lo reciclable y se clasifica el resto de desechos por categorías, pero de ahí a limpios hay un trecho.

En mi Kreis (creo que puede definirse como la comarca) el sistema de recogida de basuras deja mucho que desear. En cada casa tenemos un carrito marrón para la basura orgánica, otro negro para la basura que no va en ningún otro grupo de reciclaje y unas bolsas de plástico grandes amarillas para los plásticos. Pues cada quince días (sí, 15 días) recogen un tipo de basura. Por ejemplo, esta noche he de sacar el carrito del Bio y la próxima recogida será dentro de dos semanas, porque la semana que viene tocará el carrito negro. Puedes hacerte a la idea de lo agradable que es tener el carrito lleno de basura orgánica quince días al sol en verano, ¡se llena de gusanos! Sin contar la de veces que he visto ratas por las calles (sobre todo en Frankfurt) por tanta basura que hay.

En España, al menos en la provincia de Girona, suele pasar la máquina esa que limpia las calles varias veces a la semana y los barrenderos, pues aquí no. La máquina pasa una vez al mes y limpia regular. Por lo que las calles están sucias de papeles y plásticos que se han ido volando, porque ha hecho viento y se ha llevado las bolsas de la basura, papeleras llenas hasta arriba de todo tipo de basura, porque a la gente no les cabe la basura de 15 días en los carritos y la tiran por ahí, o plazas con restos de verduras que han quedado por el suelo después de desmontar el mercado porque nadie pasa a limpiar.

El tema este de la recogida de basura, lo podríamos unir con el de la organización, porque está claro que no funciona.

Vale… me dirás que no tiene que ver el sistema de basuras con que los alemanes sean o no limpios. ¿Pero y si te digo que la práctica de lavar los platos y enjuagar con la misma agua está muy extendida? Sí señores, aquí llenan el fregadero, lavan los cacharros y en la misma agua sucia y grasienta los aclaran! Y créeme que no se lo he visto a una persona concreta, ni a dos, ni a tres… sino a muchas más e incluso en restaurantes.

Lo mismo con la higiene personal, los españoles y latinos tenemos la costumbre de bañar a los niños cada día, o al menos cada dos si no se han ensuciado mucho (y si hace blw, los bañamos hasta varias veces al día), pues en Alemania no, se acostumbra a ducharlos poco y a hacer lo que yo llamo «baños de gato» que es asearlos un poco con unas toallitas húmedas que venden para ese fin.

En fin, que en cada lugar tenemos unas costumbres distintas y hay gente de todo tipo, pero lo mismo que a mí no me hace gracia que me tachen de que me gusta la siesta y la fiesta por ser española, no todos los alemanes son tan perfectos como se les ve desde fuera.

Hasta aquí mi post desahogo.