En el post de la semana pasada, te hablé sobre las crisis de lactancia (o crecimiento) por las que pasan los bebés. Si vas a ser mamá, estás amamantado o acabas de aterrizar en el blog  y todavía no lo has leído, ¡corre! hay información importante.

Como te adelanté el otro día, a los tres meses los bebés pasan por la crisis más larga y delicada de todas. Suele ser en esta crisis en la que se abandonan la mayoría de lactancias y te voy a contar por qué.

Sobre los tres meses (los niños no son un reloj y puede ser un poco antes o un poco después de cumplirlos) puede ser que notes unos cambios en la forma de mamar.

Si hasta ahora mamaba tan ricamente, tomándose todo el tiempo del mundo, se dormía al pecho… de repente mama agitado, dando tirones al pezón, arqueando la espalda, se suelta y llora enfadado… y tu no entiendes nada. ¿Le dolerá algo? Pero ves que no, que el resto del tiempo está bien.

También te das cuenta de que pide con menos frecuencia, hace tomas más cortas, se distrae con cualquier ruido y, si encima coincide que tiene revisión en el pediatra, compruebas que ¡ha engordado menos!. Además, te paras a pensar y caes en la cuenta de que notas el pecho blando, ya no sientes las subidas de leche y te preguntas: ¿No tendré suficiente leche?.

Y en este punto, después de varios días así, te entra una angustia que te tiene en estado de preocupación constante. Preguntas a unas y a otras, o no hace falta que preguntes, seguro hay quien directamente te dice: Ya no tienes leche o tu leche ya no le alimenta (entre otras tantas tonterías populares que rodean a la lactancia materna).

Lo cual te cuadra bastante con el comportamiento del niño y, si no estás informada, aquí es cuando se puede ir al traste la lactancia. Muchas mamás comienzan a introducir el biberón de leche de fórmula para complementar las tomas, pero ¡ojo! que lo hacen con toda su buena intención y amor por su bebé, pero lo que se consigue es que el bebé estimule menos y por lo tanto, el pecho produzca menos leche.

Recuerda: A más succión, más producción.

Todos estos cambios tienen una explicación, no ocurren porqué sí. A los tres meses, los bebés ya son expertos teteadores, en muy poco rato han logrado extraer toda la cantidad de leche que necesitan.

Además las conexiones neuronales se multiplican y se afinan la vista y el oído. Hasta ahora los bebés no veían bien a más distancia que el rostro de su mamá y a partir de los tres meses ya pueden enfocar y ver todo lo que les rodea.

Es por eso que, al mamar, se distraen mirando los objetos que pueda haber cerca y se sueltan del pecho y prestan atención si oyen a alguien hablar o suena el teléfono. Eso sí, maman mejor durante la noche o si estáis a solas en una habitación que si estáis en el salón con la tele o más gente.

A parte de este cambio en el comportamiento del bebé, también hay cambios en la mamá. La producción de leche se regula y deja de ser un Self-service disponible las 24 horas. Si antes el bebé solo debía succionar y la leche fluía, ahora tendrá que estimular el pecho para provocar el reflejo de eyección y que se de la subida de la leche. Este proceso dura unos dos minutos y poco, y es por eso que el bebé llora, da tirones, arquea la espalda… No entiende porqué no sale alimento y no le gusta esperar.

Como ves, es algo normal y la mayoría de bebés pasan por ello. Unos tienen crisis más largas y acentuadas y otros las sobrellevan mejor. Es solo cuestión de que el bebé se acostumbre al cambio para que todo vuelva a ir rodado.

Esta crisis, como dije al principio, es la más larga ya que puede durar un mes o hasta un poquito más. Pero no desesperes, ahora que sabes lo que ocurre, seguro que encuentras la forma de que sea más llevadera.

¿A que te quedas más tranquila?

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