«Un nuevo nacimiento… el de hermano:
No veo a mamá, de repente, entre caras nerviosas me llevan al médico, yo no estoy enfermo. mamá está en la cama, debe de estar muy enferma, tiene un muñeco en brazos … todo el mundo está contento, yo no entiendo qué pasa. Porque la gente está contenta? mamá está enferma y tiene un muñeco. Todo el mundo me mira, todo el mundo me dice que tengo una hermanita. Todo el mundo me dice que le de besos. Todo el mundo me pregunta si la quiero. ¿Qué es una hermanita? ¿Qué es querer? De repente, el muñeco se mueve. De repente la mamá le da mi teta al muñeco que se mueve y grita muy fuerte y molesta. La abuela me sigue diciendo que tengo una hermanita. ¿Qué diablos es una hermanita? De repente me ponen la chaqueta y mamá me da muchos besos, mamá llora pero ríe. Vuelvo a casa de la abuela. Mamá no está, se ha quedado allí enferma con un muñeco que toma mi teta y grita muy fuerte y todo el mundo me dice que la quiera y mamá llora. Pasan los días, mamá está todo el día con eso que llaman hermanita? mamá no me deja jugar con la «hermanita». Quiero teta, pero mamá me dice que ahora no. Quiero jugar, pero mamá me dice que ahora no. Quiero la merienda pero mamá me dice que me espere un poco. La muñeca está todo el día con mamá. Yo quiero teta. Mamá no para decir que voy a ir al cole. (Pasan días, el Xavi está en cole). Ya no estoy en casa con mamá y la muñeca. Estoy con muchos niños, cantamos y jugamos mucho. La mama no está. Ya no llevo pañal, la muñeca si »  Texto de Cristina Trillo de Mareta Meva publicado en Facebook (lo he traducido del catalán).

Hoy me he topado con este texto que no me ha gustado leer, no me ha gustado que el hermano «mayor» se sintiese así, tan abandonado por parte de su madre ante la llegada de su hermanita. La crudeza de esa realidad me hizo reflexionar sobre la importancia de preparar adecuadamente a los pequeños para este gran cambio en sus vidas.

Me ha hecho pensar que seguramente hay muchos niños a los que nadie prepara para la llegada de un hermanito y se sienten así, apartados, abandonados… por lo que se me ha ocurrido contaros como lo hicimos nosotros con mi primer hijo ante la llegada del segundo.

Nuestra Experiencia

Mi embarazo coincidió con el segundo cumpleaños de mi hijo, era un niño que ya no usaba pañales o chupete, pero seguía en cuna y con su biberón. Para que no sintiera que le estaban quitando cosas por el nuevo bebé, hicimos transiciones como cambiar la cuna por una cama y dejar el biberón.

Con entusiasmo, le permitimos escoger sus propias sábanas y el edredón con un diseño que le agradara, además de una baranda de seguridad para que se sintiera seguro. La transición de la cuna a la cama fue gradual, iniciando con siestas diurnas, hasta que un día, él mismo decidió que quería pasar toda la noche en su nueva cama.

Por otro lado, para alejar la asociación entre el biberón y la idea de ser un «bebé», optamos por sustituirlo con unas pajitas muy originales que hacían espirales y venían con un pequeño muñeco adherido. La leche recorría un camino en espiral que parecía una montaña rusa, y quedó absolutamente encantado con el espectáculo de ver su leche desplazarse de esa forma. En pocos días, el biberón fue cosa del pasado y él se mostró más entusiasmado con su nueva forma de beber. Es cierto que estas pajitas eran un poco complicadas de limpiar, especialmente si no se lavaban inmediatamente después de usar y la leche con cereales o colacao se pegaba, pero valió la pena ver su alegría al usarlas.

Durante todo el proceso del embarazo, hicimos un esfuerzo consciente para que no se sintiera excluido, sino que fuera un participante activo en la emocionante espera del nuevo miembro de la familia. A medida que mi barriga crecía, le explicábamos con palabras sencillas que tenía un hermanito en camino, y que él jugaría un papel especial como el hermano mayor.

Para hacer esta experiencia más tangible, lo llevamos a algunas de las ecografías. Al ver las imágenes en la pantalla, sus ojos brillaban de curiosidad y asombro. Aunque no podía comprender completamente lo que estaba viendo, se emocionaba al escuchar el latido del corazón del bebé, a veces comentando lo que le parecía o haciendo preguntas curiosas.

Una de las interacciones más entrañables ocurrió en casa. A medida que mi barriga se volvía más prominente, él desarrolló un ritual adorable. Se acercaba con timidez y daba pequeños toques, como si estuviera llamando a la puerta. Luego, se pegaba a mi ombligo y murmuraba algunas palabras, esperando pacientemente una respuesta en forma de patadita o movimiento de su futuro compañero de juegos. Cada vez que el bebé se movía en respuesta, la alegría en su rostro era indescriptible.

Estas experiencias compartidas no solo fortalecieron nuestro vínculo familiar, sino que también lo prepararon a para el importante papel que estaba a punto de desempeñar.

Preparando a la Familia

La llegada de un nuevo miembro a la familia es, sin duda, una ocasión emocionante para todos. Sin embargo, para un niño que ha sido el centro de atención durante tanto tiempo, este cambio puede sobrepasarle. Por ello, es esencial que las personas cercanas estén sensibilizadas sobre la importancia de seguir incluyendo y valorando al hermano mayor.

Cuando nos preparamos para las inevitables visitas que recibiríamos tras el nacimiento, pedimos a nuestros amigos y familiares que dedicaran unos minutos para saludar y conversar con él antes de volcar toda su atención hacia el bebé. Queríamos que él se sintiera importante y escuchado, y no que de repente se encontrara en un segundo plano.

En cuanto a los regalos, si bien es natural querer agasajar al recién nacido con detalles y obsequios, insistimos en la importancia de no olvidarse del mayor. No necesitaba ser algo grande o caro, pero sí un gesto que le demostrara que sigue siendo tan querido y especial como siempre. Incluso, algo tan sencillo como un dibujo, una golosina o un pequeño juguete podía hacer la diferencia en cómo él vivía esta nueva etapa.

De esta forma, no solo lo ayudábamos a adaptarse al nuevo escenario familiar, sino que también reforzábamos la idea de que, aunque la familia crezca, el amor y la atención no se dividen, sino que se multiplican.

Los cuentos como recurso

Los cuentos siempre han sido una herramienta poderosa para transmitir mensajes, enseñanzas y ayudar a los niños a comprender situaciones complejas. En el contexto de la llegada de un nuevo miembro a la familia, pueden desempeñar un papel esencial. A través de personajes y situaciones con las que los niños pueden identificarse, estos relatos pueden aliviar sus inseguridades y ayudarles a comprender mejor lo que está ocurriendo.

Aunque en nuestro caso no hicimos uso de este recurso, soy conscientes de la amplia variedad de cuentos que existen en el mercado, diseñados específicamente para abordar este tema. Estos cuentos narran historias de hermanos mayores que, al igual que nuestro primer hijo, pasan por un proceso de adaptación y terminan encontrando en el nuevo hermano un compañero de juegos y aventuras. La ventaja de estos relatos es que pueden ser leídos juntos, en un momento de unión familiar, permitiendo que el niño haga preguntas, exprese sus sentimientos y reciba las respuestas y el apoyo que necesita.

Aquí te dejo algunos que me parecen buena opción:

Conclusión

La llegada de un nuevo hermano no es sencilla para un niño que ha sido el centro de atención. Prepararlo, hacerlo sentir incluido y valorado es esencial. Al reflexionar sobre la historia inicial, me queda claro que la comunicación y el cariño son fundamentales. En especial, me afectó el tema del amamantamiento: es vital no rechazar abruptamente a un niño que busca consuelo y cercanía, especialmente en momentos de cambio.

¿Y tú, cómo gestionaste la llegada de un nuevo miembro a la familia?