Después de tres niños y a un par de meses de iniciar una nueva lactancia materna, me gustaría contaros mi primera experiencia.

De ello hace ya algún tiempo, en ese entonces yo tenía 22 años y realmente no tenía nada de información sobre lactancia. Asistí a los cursos para embarazadas que daba la matrona, pero tampoco nos dio mucha información sobre el tema.

La llegada de mi primer hijo nos cogió a todos por sorpresa en la semana 37, yo estaba como una rosa y no había nada que hiciese pensar que se iba a adelantar, pero así fue. Si no lo has hecho, puedes leer el relato de su nacimiento aquí.

El parto fue fenomenal, hicimos unas dos horas de piel con piel en el paritorio y ahí iniciamos la lactancia. Según la matrona se cogía bien y realmente no sentía dolor ni molestias.

Durante las 48 horas que estuvimos en el hospital solamente tomó pecho y a la salida únicamente había perdido 160gr, lo cual es normal y era indicativo de que se estaba alimentando bien.

Hasta ahí bien, pero ya en casa empezamos a tener problemas con la lactancia. Las tomas empezaron a hacerse insoportables, el dolor era terrible, temía los pezones tan agrietados que sangraban, el bebé lloraba… y para rematar, empezó a ponerse amarillo. En esos días me había comprado pezoneras para aliviar el dolor y un extractor de leche manual. Ahí cometí el primer error de primeriza, y compré el más barato que había en la tienda (no llegó a 20€) pensando qué todos serían iguales. El dolor que me provocaba era horrible, sin contar lo que cansaba extraer un poquito de leche.

A los seis días de vida, lo llevamos al hospital a urgencias porqué el color amarillo había ido a más y la analítica confirmó lo que ya sospechábamos: tenía la bilirrubina alta.

A esto se le llama ictericia del recién nacido y puede darse por varias razones que os detallaré en otro post. En nuestro caso, según dijo el pediatra de urgencias podía ser porqué no se estaba alimentando bien o porqué al haber nacido antes de tiempo, su hígado estaba inmaduro y no estaba eliminando la bilirrubina correctamente.

Como los valores eran bastante elevados, decidieron ingresarlo. Por desgracia, en el hospital donde había nacido (a dos manzanas de casa de mis suegros) no había sitio y nos derivaron a otro.

Ese hospital estaba más masificado y el trato era muy distante. Lo ingresaron en neonatos para tenerlo bien controlado y ponerlo en tratamiento de fototerapia.

Las normas en neonatos eran muy estrictas. El bebé debía ingresar solo y yo solamente podía visitarle durante veinte minutos cada tres horas para darle el pecho. Además entre las nueve de la noche y las ocho de la mañana, no se permitían visitas.

Podéis imaginar lo poco que ayuda eso a instaurar bien una lactancia y sacarla adelante. Si nuestra lactancia ya iba mal, se acabó de empeorar.

Lo ingresaron un sábado por la tarde, en ese momento no teníamos coche y nos pasábamos las horas en el césped de la entrada esperando para la siguiente toma.

En la última toma me dijeron que si quería me extrajese leche con el sacaleche para que se la diesen en las tomas de la noche y evitar la fórmula. Evidentemente, se la daban en biberón y yo no tenía ni idea que existiesen otras formas para la lactancia materna en diferido (vasito, método dedo-jeringa…).

Al salir fuimos corriendo a comprar un sacaleche eléctrico para extraerme en casa y llevarla por la mañana, además de seguir estimulando la producción. Al llegar a casa, mi mundo se vino abajo, en ese momento fui consciente de la situación y no pude evitar ponerme a llorar.

Los primeros días nos quedamos en casa de mis suegros ya que teníamos que hacer todo el tema del registro y tramitar mi baja ahí y nosotros vivíamos 35km. Justamente ese día, se había reunido la familia de mi marido para darle la bienvenida al bebé. Habían venido familiares de fuera a conocerlo y llegar  con el grupo 0 vacío fue muy duro.

Para colmo, el sacaleches que nos vendieron estaba estropeado, tenía una pieza partida y no funcionaba. Ya era tarde y estaba todo cerrado. así que tuve que recurrir al manual y conseguí sacar unos 60ml en toda la noche.

A las ocho en punto de la mañana siguiente, estábamos en la puerta de neonatos esperando para entrar a la toma. Al asomarme a su cunita vi que tenía puesta una tetina de biberón (con una gasa dentro para que no tomase aire) a modo de chupete. Otra cosa más que se interpuso en nuestra lactancia…

La enfermera nos explicó que se había tomado los biberones (de fórmula) muy bien pero que le habían puesto el «chupete» porqué no aguantaba las tres horas entre toma y toma. Y me sugirió que en la próxima visita le llevase un chupete.

Los veinte minutos que teníamos para la toma eran muy estresantes e insuficientes. Un bebé recién nacido necesita su tiempo para mamar, se queda dormido y no entiende de horarios. Me insistían en molestarlo para que se despertase, le mojaban la cara y los pies con una gasa y hacían hincapié en que pasados los veinte minutos, si no había terminado, le darían un biberón.

Hablando con otra mamá, supe que podía hacer uso del extractor de leche del hospital y así lo hice. Después de cada toma, iba a la sala donde estaba el sacaleche y me extraía leche para dejarle por la noche.

Finalmente, a los tres días, le dieron el alta y pudimos regresar a casa pero la situación con la lactancia no mejoró.  Ya habíamos comprado un buen sacaleche eléctrico y complementaba las tomas de pecho con mi leche.

Cada vez era más difícil ponerle al pecho, se enfadaba, lloraba, no sabía colocar la boca… definitivamente se había acostumbrado a la succión del biberón y al chupete. A mi me dolía muchísimo, con la pezonera tampoco solucionaba nada y tengo muy mal recuerdo de esos momentos.

El entorno, en estos casos no ayuda, todos me decían que le diese un biberón de fórmula porqué el niño se quedaba con hambre, qué no tenía leche, que así no podíamos estar….

Realmente el tener que extraerme leche para todas las tomas era muy estresante, cada vez la producción iba a menos y empezaba a afectarme emocionalmente. El niño lloraba de hambre y yo lloraba de nervios y cansancio.

Haciendo caso a los «consejos» de la gente, comencé a introducir leche de fórmula y estuvimos un tiempo con lactancia mixta. Entorno al mes y medio ya solamente tomaba fórmula.

Es cierto que la situación mejoró al pasarnos al biberón, ya los dos estábamos felices y yo disfrutaba de mi maternidad. Pero me quedó esa espinita de no haber sacado la lactancia adelante.

Si estás embarazada y quieres dar el pecho, mi consejo es que leas, te informes, acudas a grupos de apoyo a la lactancia, preguntes a tu matrona… la información es clave para que la lactancia materna funcione. Estoy convencida de que si yo hubiese sabido que existían grupos de apoyo o hubiese tenido alguien cercano con conocimiento, mi primera lactancia no habría fracasado.

Decirte que no hagas caso a los comentarios de la gente, aunque sean bien intencionados no nos ayudan. Guíate de tu instinto, atiende a tu bebé. Si el bebé pide al poco rato de haber mamado, es normal, la leche materna se digiere muy rápido, no pienses que no tienes leche.

Te recomiendo el libro Un regalo para toda la vida de Carlos González. En este libro encontrarás todas las respuestas a tus dudas sobre lactancia y te ayudará a adelantarte a los problemillas que puedan surgir.

Y si no quieres dar el pecho y tienes claro que vas a alimentar a tu bebé con biberón desde el principio o decides dejar la lactancia pronto, tampoco dejes que los comentarios de la gente te afecten. Tomes la decisión que tomes, en maternidad siempre va a haber alguien con comentarios fuera de lugar.

Algo que debes tener claro es que todas tomamos la decisión que consideramos mejor para nuestro bebé, todas lo hacemos con amor hacía nuestros hijos. No eres mejor o peor madre por dar pecho o biberón. Todas somos la mejor mamá que nuestro hijo puede tener porqué nadie lo va a querer y a cuidar como lo hace su mamá.