Crónica del nacimiento de mi primer hijo (en España)
Puesto que vamos a tener otro bebé y voy a hablar del embarazo, me apetece contar los nacimientos de mis dos hijos. ¡Así que allá voy!
El sábado 6 de octubre teníamos la intención de ir a pasar el día en casa de los padres de mi marido y aprovechar la semana del bebé del C.I. para comprar las últimas cosillas (cumplía el día 28), pero hubo un cambio de planes y nos fuimos con su padre y hermano a Perpignan a dar una vuelta. Caminamos mucho y todo era cuesta arriba…
Volvimos hacia el mediodía y mi marido y yo fuimos a comprar algunas cosillas (cepillo, esponja, tijeras, bodys ….) Nos dimos otro panzón de andar.
Hacia las 17 h me encontraba muy cansada y pesada, no podía más … ¡Además, tenía la inquietud de que al día siguiente era el cumpleaños del futuro papá y todavía no tenía el regalo!
Llamamos a su padre que nos viniera a buscar (todavía no teníamos coche) y antes de ir a casa hicimos una parada para comprar unos zapatos para S, la hermanita de mi marido.
Ellos iban caminando delante y yo un poco más atrás porque me había entretenido buscando “algo” en el bolso. De repente, noté como unas burbujas que se explotaban dentro de mi barriga y un poco de líquido calentito.
Llamé a mi marido y cuando se dio la vuelta le hice señas para que viniera. Me daba vergüenza decir que había roto aguas gritando allí medio de la calle. Eran las 18:45 h.
Fuimos al coche y derechos hacia el hospital más cercano. Al bajar del coche fue cuando salieron todas las aguas, ¡qué asco! Los chicos de la ambulancia, que estaban en la puerta, se reían de la cara que hacía…
Era una situación bastante cómica, incluso la chica de la recepción reía.
Me llevaron a monitores, mientras mi marido y mi cuñado fueron a casa a buscar la bolsa que justo había preparado el día anterior.
Mi cuñado dice que todo el camino le decía que corriera más que como naciera el bebé y no estuviera, se moriría.
En los monitores, el bebé estaba muy tranquilo, seguramente dormía y me dieron un zumo para despertarlo. Me exploraron y ya estaba dilatada de unos 3-4 cm. Tenía contracciones, pero yo no las notaba.
Como todavía no tenía los resultados de la prueba del esteropcocos, me pusieron el antibiótico mientras llamaban a mi hospital para saber los resultados.
Hacia las 20 h me llevaron habitación a cenar y enseguida llegó mi marido. Suerte que le dije que cogiera la bolsa tal cual, que ya estaba a punto. ¡Puso de todo! Un paquete de pañales, biberones, chupetes, ropa por lo menos para un mes …. ¡medio armario!
A las 23:30 h más o menos, empecé con las contracciones dolorosas. Cada vez eran más fuertes y me daban ganas de vomitar. Avisamos a la enfermera y me llevaron otra vez a monitores. Tenía contracciones muy seguidas y estaba dilatada de 8 cm.
Del dolor, al final, devolví toda la cena y pedí la epidural.
Me llevaron a una sala muy acogedora: luz tenue, música de fondo, cortinas de colores, la instrumentaria justa, todo lo necesario para atender al bebé… y enseguida vino el anestesista. No noté el pinchazo, pero al cabo de unos minutos ya no tenía dolores.
La matrona me dijo que nos dejaba en la intimidad y que si necesitábamos algo la llamásemos, aunque de vez en cuando venía a ver cómo iba.
Hacia las 2 de la madrugada ya notaba ganas de empujar. Me dijo que lo hiciera a mi ritmo y que el niño todavía estaba un poco arriba. Mi marido estaba bien quieto a mi lado sin decir nada.
Cuando el niño ya estaba coronado, la matrona le dijo al mi marido si lo quería ver. Él dijo que no, pero después se animó. A mí me puso un espejo en la pared para que lo viera.
Ya tenía muchas ganas de apretar y ella me iba dando ánimos. En 5-6 pujos fuertes, la cabeza del niño estaba fuera. Le sacó los bracitos y me dijo si quería acabar de sacarlo yo.
¡Como no! Lo cogí por las axilas y tiré de él hacia mí. Fue un momento mágico, se me escaparon unas lagrimitas en verle la carita. Me miraba fijamente con sus grandes ojos negros.
¡Era una fotocopia de su padre! Todo arrugado, viscoso, pero ¡precioso!
Le hicieron todas las exploraciones sobre mí y enseguida buscó el pecho y empezó a mamar.
La enfermera lo cogió para vestirlo y pesarlo (2’940 kg y 50 cm) y me volvió a dar.
A mí me preocupaban mucho los puntos y la comadrona aún revolvía por allí abajo. Le pregunté y me dijo que no necesitaba ningún punto
Estuvimos un rato en la sala de partos, por si había alguna complicación y después nos llevaron habitación.
Me recomendaron dormir con el niño para darle calor y así hice. Aunque no dormí mucho porque no podía parar de mirarlo.
Ya sé que me he enrollado mucho, pero es una experiencia tan maravillosa que no podía excluir ningún detalle.
¡Ah! ¡Que al final nació el día del cumpleaños de su papá! ¡Fue el mejor regalo!