Un año en Deutschland
Hoy, sobre estas horas, hace un año que subíamos al autobús que nos traería a Alemania.
La idea de marcharnos no era nueva, ya lo habíamos hablado muchas veces pero no teníamos un destino claro. El motivo principal por el que decidimos marcharnos fueron los niños, queríamos que ellos tuviesen un futuro y en España… no iban a tener muchas posibilidades.
Por otra parte, nuestro proyecto de familia aun no estaba terminado. Siempre hemos querido tener una familia numerosa. En casa de el Gran Jefe son muchos hermanos y se llevan todos genial. Yo solo tengo una hermana, con la que hay mucha diferencia de edad. A causa de los 10 años que nos separan, no ha sido hasta ahora que ya es mayor, cuando hemos empezado a tejer nuestra relación como hermanas. Me hubiese gustado llevarnos menos tiempo y tener esa relación de complicidad que tienen El Mayor y El Segundo.
En España, con la situación económica que hay, nuestro proyecto de familia no iba a ser posible. Y no íbamos a permitir que por culpa de unos políticos corruptos nuestro sueño quedase en eso, un sueño. Porqué al fin y al cabo, el día de mañana, lo único que nos quedará será la familia.
Vinimos con solo dos maletas y el teléfono y dirección de Luis, un chaval al que estamos muy agradecidos por habernos alquilado su piso mientras el se iba de vacaciones a España. No lo conocíamos de nada, dimos con el en facebook, en el grupo de españoles en Alemania y nos ofreció su piso. No llevábamos nada seguro, podía salir bien o mal, pero Luis es buena gente y salió bien.
Los primeros meses fueron duros, en más de una ocasión estuvimos a punto de tirar la toalla y regresar. Pero el Gran Jefe y yo siempre hemos hecho buen equipo y cuando uno se derrumba, está el otro para subirle los ánimos y darle fuerza.
Hoy, un año después, podemos decir que esa idea loca de liarnos la manta a la cabeza e irnos a la aventura no fue tan descabellada.
Atrás hemos dejado a la familia y amigos, un clima perfecto, una gastronomía deliciosa… y aquí hemos encontrado nuevas amistades, un clima un tanto loco, una comida a la que cuesta acostumbrarse y un idioma endemoniado, pero ha merecido la pena.
En muchas de nuestras conversaciones sobre nuestra nueva vida aquí, ha salido la expresión «ojalá hubiésemos venido antes», con una sensación de haber estado perdiendo el tiempo en España.
Y es que al partir de España nunca imaginemos que las cosas nos iban a ir tan bien. Después de darle muchas vueltas, dimos el paso y tenemos nuestra pequeña empresa.
Pero lo más importante, el motivo principal por el cual vinimos, ese proyecto de familia va hacia delante y nuestro tercer retoño llegó hace casi un mes a nuestras vidas.
Estamos muy agradecidos con todos los que nos han ayudado y contentos de haber conocido a gente fantástica como Fernanda, Luis, Marta y Starling, Iván y Rosi, Hafid, Andrea, Sari y Luis y muchos más.